- Presente - se repitió.

Pero sonaba lejano y, sobre todo, ficticio. Eso grabado en la barra no era el Presente. Lo sabía, pero aun así se sentía incapaz de hacer nada.

- Suelta la culpa

La voz de la izquierda, aun siendo un susurro, sonó inquisidora. Sabía que debía hacerlo, pero una sensación de miedo se apoderó de su mente. ¿Qué pasaría cuando abandonara la tranquila rutina de remover su culpa y beberla?

Como si hubiera podido oír sus pensamientos, la voz prosiguió:

- ¿Y qué más da?

Empezaba a sentir que la conversación con la voz de su izquierda no le llevaba a ningún sitio. Preguntas abiertas y circulares. Era una sensación familiar.

Soltó la culpa y volvió a levantar la mirada.