La culpa pesaba. Pero era curioso. Ya estaba acostumbrado a sentir su peso, pero era parte del proceso. Levantarla, sentir el peso, beberla, compadecerse, pedir más. El peso que sentía ahora no era ese que describía. Era uno de esos pesos de los que uno querría deshacerse.

La culpa llegó a sus labios, pero no bebió. Respiró varias veces y la volvió a dejar en la barra. No pudo soltarla.

Poco a poco empezó a tomar consciencia de dónde estaba. Casi podía notar como la voz de la izquierda sonreía, pero tampoco se giró. Ya era suficientemente agradable.

Aquel lugar era una especie de cine donde estaban pasando constantemente momentos de su vida.

Había dos pantallas. Bajo la primera, un rótulo rezaba "Pasado". Bajo la segunda, cómo no, "Futuro".

Pasado mostraba fragmentos conocidos, nítidos pero incompletos. Generaban angustia y ansiedad, y obviaban partes que, sin beber culpa, sabía que estaban ahí y fueron agradables.

Futuro era oscuro, tenue. Realmente, podría pasar por apagado, pero había cierta danza de luces.

Volvió a bajar la vista a la culpa. La respuesta estaba ahí. Tenía que estar ahí. Siempre había estado ahí.

En la especie de barra donde estaba apoyado alguien había grabado una palabra con una navaja.

- Presente - dijo la voz de la izquierda.