Diferentes sensaciones se iban apoderando de su mente. ¿Por qué se aferraba a eso? ¿Qué le impedía dejarlo? ¿Quién llenaba su culpa?

Como recibiendo un golpe, se dio cuenta de que al menos la última pregunta tendría fácil respuesta. Quizá encontrarla para una ayudaría a resolverlas todas.

Y buscó a quien había llenado antes su culpa con la mirada, habiéndola ya soltado inconscientemente.

- Imposible

No había nadie más allí. Nadie detrás de la barra. Sólo una botella y un pequeño espejo. Debió haberse dado cuenta cuando miró las pantallas, pero no era consciente de su soledad.

Le inundó una terrible tristeza. Punzante. Había estado todo ese tiempo solo, bebiendo su propia culpa, servida de su propia mano. Sin pensarlo se giró a la izquierda.

Tampoco había nadie. Superada la tristeza, sintió decepción. Pero al pararse un segundo a observar su situación, sonrió.

Se levantó de la silla, se dió la vuelta y empezó a caminar hacia la salida.