Levantó su culpa una vez más y se llevó el borde a la boca. Tomó un sorbo largo y cálido. Era incluso agradable, aunque era complicado asegurarlo después de todo el tiempo que llevaba con ello. Ni tan siquiera sentía los labios.

- Pon un poco más, por favor.

- Claro - contestó con mala cara, harto de servirle pero comprendiendo que no podía hacer otra cosa.

Miró la culpa. Era tranquilizadora, daba un extraño sentido a todo. Su efecto sedante permitía dejar de afrontar la realidad. Volvió a beber.

- ¿Crees que esto acabará algún día?

La voz venía de su izquierda, aunque ni siquiera se giró a mirar.

- Por supuesto, puedo parar cuando quiera.

Removió la culpa y se la llevó de nuevo a la boca. Al dejarla sobre la barra suspiró.

- Es mía y debo hacerlo.

- ¿Y quién dice eso? - la voz de su izquierda era inquisidora pero dulce

Sujetó la culpa desde arriba y dejó que girara sobre la barra poco a poco sobre el borde, de manera circular. A ratos la culpa le miraba, a ratos le daba la espalda. Él buscaba respuesta a la pregunta en el fondo.