Nada pasa por casualidad. En pleno día de la Independencia, el autocorrector del móvil, intentando hablar de sprints va y elige escribir Springsteen. Completamente “born in the USA“.
Hablaba de dolor y de sprints con una persona en el marco de las retrospectivas pasadas.
Antes de seguir, creo que no es necesario que explique qué es una retrospectiva, pero sí me gustaría destacar que, a mi parecer, es una de las piedras angulares de la Agilidad como concepto. Scrum explicita su existencia como ceremonia, pero no es para nada exclusiva a este framework. Además, hay muchísimas maneras de realizarla.
Lo importante es la esencia. Es entender el por qué de la ceremonia. La retrospectiva es el momento de la mejora continua. Es el momento de la observación y la reflexión, y el planteamiento de nuevos retos. Pero como todo momento de observación, reflexión y reto, es un momento que puede convertirse en altamente emocional. No está mal que así sea, de hecho. Ha de ser un rincón de seguridad para el equipo, donde poder expresar todo sin tapujos.
Dolores de sprint(steen).
El dolor sale y ha de ser gestionado. Un buen Scrum Master, o Agile Coach, o simplemente “facilitador” que esté en la sala, por y para el equipo, ha de trabajar porque la sesión esté en el equilibrio adecuado entre la emocionalidad de sacar de dentro las dificultades (oportunidades de mejora) que uno encuentra y el bloqueo de convertir toda la conversación en dolor.
Saber cuándo dejar hablar, saber cuando redirigir la conversación o dejar que otro responda, cuando intentar ahondar en un tema, o dejar caer un consejo son las herramientas de las que dispone para dirigir esos sentimientos. Esto último, el tema de los consejos, ahora bien, creo que deben aparecer desde las experiencias pasadas y los estándares o state-of-the-art y, en ningún caso, se deben de convertir en imposiciones. Es el equipo el que debe entender sus oportunidades de mejora y el equipo es quien debe plantear cambios y acciones.
En muchas ocasiones, además, el dolor latente parte de agentes externos al equipo, cosas que escapan de su ámbito de actuación y, por tanto, no podrán convertirse en acciones de mejora continua, o será muy difícil encontrarlas. En el mejor de los casos estará dentro del ámbito de influencia, pero quizá ni eso. Incluso así, a mi parecer, es adecuado dejar aflorar esas problemáticas. No dejan de ser impedimentos que no dejan progresar al equipo y, aunque no sea en el foro adecuado, habrán de ser tratadas en otro.
Y he aquí otra de las herramientas maestras del buen facilitador: ser capaz de sacar esa información del ámbito de la retrospectiva sin herir la confianza de las personas o personalizar las palabras que tendrá que elevar o mover. Por norma general, debería prevalecer la acción que proteja más el espacio seguro para la retrospectiva. Y no siempre es fácil entonces callar o tener que elegir cómo informar de algún hecho. En el largo plazo, una retrospectiva que garantice seguridad será altamente más beneficiosa que una “traición” de la confianza para elevar un asunto particular. Aún así, cada caso merece su sesuda reflexión.
Al final, si el entorno es seguro, siempre aparecen posibles acciones, aunque tengan un cariz más reivindicativo, para intentar mejorar en alguna de las áreas en las que hay camino por recorrer.
Aunque sea ponerse una peluca para dar soporte a un compañero del equipo que sufre.
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