Siempre me he preguntado cuál es la mejor manera de que el cambio se contagie, y siempre he pensado que es demostrar éxito (y da para discusión la definición de éxito).
Sin embargo, hay maneras con coste cero e inversión energética bastante baja que funcionan alucinantemente bien.
Desde hace ya semanas, muchos martes a las tres organizamos lo que hemos llamado “café ágil”. No es más que un “que venga quien quiera, que estaremos allí un par que supuestamente sabremos del tema para dinamizar una conversación”.
La cuestión es que, por un lado, hemos conseguido fans que han repetido tres y cuatro veces, por otro lado, recibimos un feedback brutal sobre qué se entiende, qué no se entiende y qué le preocupa a la gente que está alrededor y no participa de las primeras experiencias. Pero por encima de todo eso, es un lugar genial para detectar interés, predisposición y ganas para iniciar nuevas experiencias ágiles.
Teniendo en cuenta que todos sabemos que Agilidad no es Scrum, ni Kanban, etc., etc., sino que es mucho más un mindset, un café ágil es un lugar magnífico para sembrar ideas.
Altamente recomendado.
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