Cada cierto tiempo hay alguien que aparece y grita: “estáis deforestando el planeta!”. En parte tiene razón, aunque podríamos también estudiar el impacto climático de los grandes datacenters que van naciendo para dar cabida a toda la alternativa digital. Pero este post no va de consciencia climática, ya llegará.
Uso Trello. Soy un fan de JIRA software. He probado un montón de herramientas de productividad digitales. A veces cosas muy parecidas a un simple bloc de notas. Y están genial para uno mismo y, de vez en cuando, para un equipo.
Pero hacerlo en papel, en analógico, sobre una pared o una pizarra, tiene un por qué más elevado que la simple gestión de tareas. Nos obliga a levantarnos, a relacionarnos uno a uno, uno a muchos y muchos a muchos, a derribar barreras de comunicación y convertir la “gestión de tareas” en un acto humano y social. A enseñarnos a comunicar y escuchar, más allá del comentario en la herramienta.
De repente, la herramienta se ha convertido en un símbolo (las digitales también adquieren simbolismo, pero muchas veces muy diferente) y trabajar sobre ella se ha convertido en liturgia, en acto social.
Y, además, hacerlo de esta manera tiene un valor extrínseco, haciendo pública y patente una información que de otra manera se estaría guardando de una manera casi íntima.
En conclusión, los tableros de papel son una poderosa arma de transformación cultural. Por mucho que estemos deforestando el planeta.
Foto: Jeff.lasovski [CC BY-SA 3.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)], from Wikimedia Commons
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