Personalmente nunca había vivido esto, aunque el movimiento es obvio en Internet, a poco que busques. Existe gente que dedica tiempo y esfuerzo en demostrar odio. Y es algo que me fascina.

Tengo por ahí un podcast. Es algo que surgió en confinamiento y que hago de una forma muy intimista, para un público conocido y que no publicito en absoluto. Van una docena de capítulos, de una media hora cada uno. Seis horas de vida. Y parece ser que alguien, a quien no debo de caerle bien, o mi trabajo no le gusta, piensa que no estoy capacitado o debería hacerlo diferente, ha dedicado tiempo y esfuerzo a registrarse en la plataforma donde está el podcast y dejar comentarios mordaces para dejar clara su disconformidad. Claro está, en completo anonimato y sin ningún tipo de argumentación.

Es diferente cuando lo ves por ahí, que cuando lo vives en directo, pero el sentimiento es el mismo. Es una especie de lástima en la manera que dicha persona sólo ha podido utilizar para procesar esa emoción que siente. El no saber haberla hecho suya y dar un feedback más constructivo cara a cara, hacer algo propio que mejore lo que no le está gustando o, simplemente, mirar hacia adelante, ignorar aquello que no encaja con sus valores y avanzar.

En mí hay una leve (muy leve) punzada de pena, dado que obviamente es una persona de un círculo cercano a la que no he podido ayudar, o con la que no he podido construir la confianza para que pudiera comunicarse mejor.

Cuando hablamos de que todos somos responsables de cómo dejamos que nos afecten las cosas hay mucha tela que cortar ahí. Desde mi yo, puedo gestionar cómo me siento y que me "remueven" las palabras y hechos del troll, entender cuánto me afecta y buscar si hay alguna cosa que mejorar tras la emoción sentida.

Quizá el troll podría hacer lo mismo, pero no dispone de las herramientas necesarias para enfrentarse a la emoción que canaliza a través del anonimato y los comentarios destructivos, punzantes y ácidos.

No tengo datos para saber si este movimiento o situación se ha agravado en el tiempo o si ya existía de otras maneras antes de la democratización total de Internet y el auge de las redes sociales. Pero, en cualquier caso, lo que denota es que nuestra educación emocional dista de ser adecuada y suficiente, y requiere de un esfuerzo extra.

Por favor, troll o no troll, no descuides esto. Piensa que canalizando de otra manera lo que sientes, quizá hasta me puedas ayudar a mejorar. Y te estaré mucho más agradecido.


Foto de portada Mark König