En varias ocasiones, personas de las que más he visto progresar a mi alrededor, han venido a mí a decirme que estaban cansadas. Que no es que no supieran cómo afrontar el siguiente escollo, o dar un paso al frente, pero que sentían esa sensación de tener siempre que dar el siguiente empujón, o alargar la mano. Y les agotaba.
— Termodinámica — he respondido yo más de una vez.
Hoy me decían que podía ser incluso una reducción demasiado simplista, pero me parece muy interesante el pensar en ello como herramienta que ayuda a tomar decisiones y, sobre todo, accionar.
Todos hemos vivido esa sensación de cansancio, mental, emocional, pero que se transforma en físico, después de poner todas nuestras ganas, atención y esfuerzo en un "algo" que de verdad tenga impacto. Podríamos ver esto de forma general, pero solamente me estoy centrando en el ámbito laboral.
Quien más, quien menos, ha sufrido algún episodio de "llega el fin de semana y me pongo enfermo, para mejorar el lunes", a veces con la sensación de que el virus de la gripe o una bacteria cachonda ha tenido una gran puntería, otras pensando que, en realidad, ha estado aguantando hasta que por fin podía bajar la guardia.
La termodinámica, sus leyes, hablan de cómo la energía puede ser intercambiada entre sistemas en forma de trabajo o calor. No voy a entrar a enumerar y explicar las leyes pero, al final, si un "cuerpo" entra en contacto con otro más "frío", para lograr el equilibrio, el primero va a perder energía. Pido perdón desde ya a toda la comunidad científica y, en especial, a los físicos, por reducirlo tanto. Al final, no es el punto de este artículo.
El punto es que, sí, efectivamente, las cosas que más importan cambiar, a menudo, están frías. Para calentarlas, aportamos energía. Si aportamos poca, puede ser por dos razones: o porque ya estaban muy cerca de nuestro propio nivel de energía —cosa que nos podría hacer pensar tanto en un sentido como en el otro—, o porque no nos hemos esforzado lo suficiente en elevarlo. Por supuesto, nos podremos "apartar" en cualquier momento.
Dicho todo esto, la clave está en que aquello que eleve su nivel energético gracias a nuestro esfuerzo, dispondrá ahora de energía nueva para aportar por su parte. Empieza la magia. No voy a decir que tenemos la capacidad de maximizar la energía total hasta el infinito, porque entonces sí que mis amigos físicos aplicarían algo de "trabajo" hacia mí, pero es cierto que tenemos muchas maneras de recuperar energía, para volver a la carga.
Por tanto:
- Recuerda que cuando pones energía, estás dotando de nueva energía a otro agente del sistema, que podrá utilizarla para seguir aportando a él.
- Ten esto en cuenta para elegir dónde poner la energía, ¡porque es finita!
- Permítete equivocarte, volverás a cargar energía, tenlo por seguro. Que eso no te impida esforzarte en algo que parece vacío desde la lejanía.
- Y dedica tiempo a recargar energía, a recibirla de otros, a descansar, al placer de tu elección. No conviertas el trasvase en un río de una sola dirección.
Nota al pié: he elegido usar "administración" en el título de este artículo para evitar usar management. Sé que usando en anglicismo la página hubiera tenido más impacto, San Google la tendría más en cuenta y no sé cuántas cosas más. Me parece que estamos abusando de estos términos y se han convertido en el recurso fácil para guiñar el ojo al lector. Imaginad: esta nota al pié ha estado a punto de llamase disclaimer. Si tenéis alguna otra forma mejor de traducir management y que no parezca que hablo de un ente público, hacédmela saber, por favor.
Foto de portada de Federico Beccari
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