Llevo tiempo dándole vueltas a escribir un post sobre el Propósito. Es algo que en cierta manera me obsesiona y vuelve a mi cabeza de forma recurrente. Sin embargo, nunca me acabo decidiendo. Internet es un gran escaparate donde gente realmente buena ya ha escrito sobre ello y, de hecho, para los que gustamos de la productividad personal y la Agilidad, es un tema clave.
Hoy lunes ha sido un día de cambio de rutina para mí, además de estar muy cerca todavía el inicio de un nuevo año. Buen momento para que las cosas pasen.
¿Sabéis cuando os ponéis a trabajar en algo casi sin pensar y pasan las horas con una sensación de satisfacción inmensa? ¿Y conocéis la sensación de vacío y tedio cuando realizas según que tareas? No es sólo eso, es algo más complejo, pero es la diferencia entre tener Propósito o no tenerlo.
Tengo pendiente trabajar sobre el mío, porque realmente mi "cuerpo" me pide cada vez más fuerte hacerlo, pero es lo que los japoneses llaman Ikigai. La razón de vivir, la razón de ser. De nuevo, hay un montón de información en Internet al respecto.
Como buena parte del pensamiento japonés, huele a simplicidad, a limpieza, a sentido común. Es una herramienta que nos permite plantearnos nuestra vida desde cuatro ejes, en busca de ese punto central que le de sentido. No es necesario tener un único Ikigai, quizá hay uno laboral, otro familiar y otro más de crecimiento personal o quizá lúdico. Sin embargo, sólo el mero hecho de trabajar sobre él, de ofrecerse la honestidad necesaria a uno mismo, ya es enriquecedor.
Los cuatro vectores del Ikigai son:
- Aquello que amas. De una manera completamente emocional, que te hace perder la noción del tiempo. Da igual tu nivel de maestría, da igual qué tipo de actividad sea. Hay quien dirá "navegar", o "pasear por el bosque" y hay quien podrá decir "programar" o "dar clase".
- Aquello en lo que eres bueno. Sin discusión. Lo que se te da bien, que realizas sin esfuerzo excesivo y con buenos resultados.
- Aquello que el mundo necesita. Quizá desde un punto de vista no tan metafísico, sino entendido como una aportación de valor a la sociedad o a terceras personas.
- Aquello por lo que te pueden pagar. Porque, al final, todos necesitamos recibir algo a cambio de nuestro trabajo, para poder vivir.
Las diferentes combinaciones de estos factores nos dan resultados satisfactorios. Por ejemplo, algo en lo que eres bueno y por lo que te pueden pagar se puede convertir en una profesión, o algo que amas y el mundo necesita se puede convertir en una misión sin ánimo de lucro que ofrezca mucha satisfacción.
Sin embargo, encontrar algo que llene los cuatro cuadrantes nos dota realmente de una razón por la que levantarse cada mañana y vivir plenamente el día. Un Propósito.
En personal, no creo que el Ikigai sea uno sólo, ni creo que sea constante durante toda la vida. Creo que es incluso sana su revisión continua. Y, de hecho, lo veo como una herramienta de introspección para la búsqueda de la autorrealización, último estadio de la pirámide de Maslow.
Los primeros días del año vienen cargados de "propósitos" de año nuevo, como seguir haciendo donaciones al gimnasio del barrio, o comer lo mismo mejor. Yo os invito a hacer algo más y, con una sonrisa en los labios (que aparecerá en algún momento del proceso) meditar sobre vuestro Ikigai. Yo ya estoy reuniendo valentía para hacer lo propio.
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