Que no os mientan. La mal llamada Agilidad no tiene nada que ver con el desarrollo de software.

Supongo que los que se juntaron en la famosa cabaña en 2001 ya lo sabían y el software era simplemente su contexto. Pero podían haber sido otros ingenieros, o maestros, u hosteleros, o a saber qué. La cuestión es que, seguramente, el mundo del software estaba llegando a cierto límite.

Siempre se ha intentado asimilar al resto de capacidades que el ser humano ha industrializado, pero el desarrollo es un proceso creativo. Es como si quisiéramos industrializar la música. Bueno, stop, se ha entendido el ejemplo. Dejémoslo en “el buen software” y ” la buena música”.

El buen software es aquel hecho por personas para personas. De personas preocupadas por el valor que reciben otras personas y que les resuelve un problema.

Y aquí radica la clave de la Agilidad. Es un cambio cultural, de pensamiento. Como vamos repitiendo, un cambio humanista. Un cambio cansado, de enseñar, influir, dejar hacer, observar y vuelta a empezar.

Y, de vez en cuando, surge un conflicto. No desesperes. Seguramente el conflicto no es más que otra prueba más de que estás en el buen camino. A por ello.