Estamos ya cerquita del mes escribiendo, y ya ha pasado un mes (y pico) de que esta aventura empezó. Mucho de lo vivido y aprendido está aquí, escrito. Tiene parte de bitácora, parte de generosa aportación a quien lo necesitare y parte de propia catarsis. No hay ni un día que no me obligue a pensar en el hoy que no aparezca alguna idea mínimamente digna de compartir.

Hoy tenía algunas: cómo se puede “liderar” desde un metro y medio de distancia, cómo cuando no se tienen etiquetas la gente se empeña en ponértelas (y no tiene nada de malo), o cómo se puede cerrar un acuerdo en un ambiente que te dice que no se puede, sólo porque realmente es necesario que pase. Y si tiene que pasar, pasa.

Y entonces, hoy ha pasado algo.

He hecho más de un post y más de dos sobre el equipo, la soledad, la compañía… Y la conclusión es que esto no lo hace uno solo, ni de coña. De hecho, cada vez me siento más prescindible (en algunos sectores) y eso me hace muy feliz. Miro desde ese metro y medio, y veo luz, energía, cosas pasando. Se habla del “managing by wandering around”, del “managing by sitting around”, incluso del “managing by skyping around”. Yo añadiría el “managing by whatsapping around”. Al final todo se resume en “estate ahí, mira, aprende, ayuda, aporta… y no molestes”. Como en la restauración*: criterio de mínima intervención.

Pues wandering, sitting and whatsapping, no puedes acabar más que ver gente grande, gente brillante que, en realidad, son los verdaderos artífices del cambio. Gente que, por ejemplo, escribe cosas tan brutales como esta. Y a esas personas no puedes más que admirarlas y agradecerles el privilegio de wander around, sit with and whatsapp them.


*Me refiero a la restauración de verdad, la milenaria, no a los que se han quedado con el nombre en los últimos años 😉