Me encontraba con la frase en Instagram, así, literal, haciendo zoom en un libro que una persona compartía en una foto de café y piernas cruzadas, disfrutando de la mañana de festivo. "¡Proverbio keniata!" me gritaron cuando demostré mi interés sobre ello.

Cuánta razón.

Desde que esta mañana la he descubierto, una neurona de mi cabeza no la ha olvidado y ha estado golpeando todo el día. Y se mezclaba con otro tema machacón al que doy seguimiento constante: los valores.

Los valores son parte integral de la cultura. Y yo los he ido tratando como recomendaciones, aunque en las grandes corporaciones se dan de muchas maneras más prácticas y a diversas escalas. Simplicando, podríamos hablar de que las corporaciones tienen "valores inspiracionales" (espoused values) y "valores promulgados" (enacted values). Me he permitido añadir cómo son conocidos en inglés porque la traducción correcta siempre me ha parecido que hace perder significado a la expresión.

Los primeros son aquellos que la compañía decide. No deberían de ser valores "humanos" tal como estamos pensando. Deberían hablar de misión, visión, objetivos, estándares... Los segundos son los que las personas que componen la compañía exhiben día a día con sus actos. Y, en términos de valor, estos son los verdaderamente importantes y relevantes.

No es extraño, lamentablemente, que las compañías, en el plano de los "valores inspiracionales", redacte una serie de sustantivos o adjetivos que definan comportamientos humanos deseables.

Observando a los trabajadores de una empresa y conocedor de los valores (según la compañía) es relativamente sencillo encontrar el espacio que los separa. Este espacio, cuan más grande sea, más impacto tendrá en el rendimiento y la moral de las personas, y más confusión y frustración les hará sentir.

Es por esto que la principal tarea de las líneas de administración de las compañías es detectar estas diferencias y trabajar porque sean lo más pequeñas posibles. Sin embargo, como los "valores inspiracionales" hablan de objetivos, misión y visión, muchas veces son terriblemente difíciles de establecer y generan nuevas tensiones en las zonas más altas de la organización.

Y, cuando los elefantes pelean, es la hierba la que sufre.


unsplash-logoFoto de portada de AJ Robbie