Estoy a pocas horas de cerrar un capítulo de mi vida. Laboral, en forma, pero mucho más que eso en fondo. Casi nueve años que han sido un viaje alucinante y enriquecedor en muchísimos sentidos.

Nunca he sido de despedidas y fiestas. Me hace sentir incómodo, en cierta manera. Un cambio de este calibre, una salida así, se asemeja en mucho al proceso de duelo. Por eso, esta vez, me he dejado dirigir por mis sentimientos y emociones, y fluir hacia la salida poco a poco.

El lunes, una semana antes, intentaba que todo el mundo conociera mi salida. Dar la oportunidad a los rezagados a enterarse y poder hacer algo, si quisieran. Y esta semana he tenido algunas de las conversaciones más alucinantes que he tenido nunca.

"No hacía falta que te fueras para haber tenido una conversación como esta", incluso me decían en una ocasión.

Estos días he recibido algunos de los mensajes sobre mí más bonitos que jamás me habían dicho. He tenido las conversaciones más abiertas y más de tú a tú que podía desear tener. Me han abierto los ojos a un yo que a veces ignoro, o no quiero ver.

Pero, además de todo esto, he tenido la oportunidad de mirar atrás con calma. Y he encontrado paz. Ha sido un viaje alucinante, como decía. Nueve años de montaña rusa que me ha hecho crecer y crecer. Que me han habilitado para dar el siguiente paso, que comenzaré en breve.

Así que, a un puñado de horas de cerrar el capítulo definitivamente: gracias. Gracias a ti, personalmente, por lo que me has dado, por todo el interés puesto, por tus comentarios y tus acciones. Incluso a los que habéis mostrado desinterés, o no habéis puesto de vuestra parte, por cualquier razón. No os lo tengo en cuenta para nada. Es más, os lo agradezco también de corazón, porque de cada experiencia se aprende.

Hoy, nueve años más tarde, os digo de nuevo a todos gracias y miro la última página del capítulo, aún por escribir, ya con algo de ansia por girarla y empezar el nuevo. Quién sabe lo que deparará.


unsplash-logoFoto de portada de Hanny Naibaho