Estoy cansadísimo. Intelectualmente. Como una amiga dice, esto que estamos haciendo es una revolución humanista disfrazada de procesos de desarrollo, formas de trabajo y productos digitales. ¡Y ojalá fuera lo del disfraz! De procesos de desarrollo y de bits sé un rato. Un rato largo. Y además, son muy fáciles de tratar.

Pero, ah, los humanos. Benditos bichos. Que no te engañen, el manifiesto ágil tenía mucha razón: Individuals and interactions over processes and tools. Lo que no estaba escrito es cuan difícil puede llegar a ser tener interactions con individuals (aunque, ahora bien, es mucho más enriquecedor que seguir processes y usar tools).

La cuestión es que solo no puedes. Es una cuestión de escala: ¿sobre cuántas personas puede influir una sola? Y me refiero a una sola “normal”, no al nuevo Martin Luther King o Steve Jobs. Tendré que preguntarle a la socióloga, que seguro que tiene respuesta.

Mientras tanto, mi consejo: busca ayuda, la necesitarás. De hecho, el último State of the Agile deja muy claro qué es clave para que el cambio suceda…