Trocitos de realidad

Cumplo mi primera semana de nueva aventura. Si no contamos el primer día, de mera operativa de llegada y el día y medio en un evento off-site, a penas he tenido dos o tres días para enterarme, de verdad, dónde he caído.

Sin embargo, consideraba (y considero) clave, que mis primeros esfuerzos debían estar dirigidos a conocer a los miembros de esta nueva comunidad. Los equipos, las personas, y sus relaciones, son las piezas básicas que crean eso a lo que llamamos empresa, no me canso de decirlo.

Como ante toda novedad, un grupo de personas se reparte a través de la curva de Rogers, aproximadamente. Así que sólo tenía que esperar a que los early adopters se acercaran a mí. En este caso, yo era la novedad, un tío nuevo en la oficina, que sube la media de edad y que llega con una etiqueta en el pecho de "Agile Coach".

Me he pasado esos dos días y medio de productividad básicamente escuchando. Mi método "arcano" para saber con quién hablar ha consistido en acabar cada sesión pidiendo la siguiente persona con la que debería hablar y, por supuesto, encontrar huecos a cualquier que me ha pedido charlar. Van nueve o diez conversaciones valiosísimas.

Hay quien ha necesitado veinte minutos en una sala. Quien ha estado una hora en un espacio más abierto, o quien me ha llevado a la terraza a hablar durante casi dos horas. Todos me han regalado su trocito de realidad. Atención aquí, porque nuestro cerebro es un auténtico experto en rellenar los huecos vacíos y en crear historias completas a partir de fragmentos, en base a nuestras creencias, experiencias y prejuicios.

En cualquier caso, el simple hecho de escuchar activamente hace que, tras ese pequeño puñado de historias, varias de ellas empiecen a resonar y repetirse. Sin prisa, pero en breve habrá que pasar a la fase de investigar y contrastar, para decidir si hay que actuar.

Eso sí, como le respondí a una de las personas a las que ya he tenido el placer de escuchar cuando preguntó si pensaba hablar con todas y cada una de las personas de la oficina: si nada me lo impide, por supuesto.


unsplash-logoFoto de portada de Andreas Kind