El héroe mal entendido

Hay un evento, una forma de actuar y cómo es acompañada por el grupo, que veo repetirse una y otra vez, siendo en muchos casos premiada en forma, cuanto menos, de palmadita en la espalda. De reconocimiento del esfuerzo.

Como si lo que hubiera acontecido fuera un mal momento, pero del que no somos responsables, puesto que pusimos lo mejor de nosotros, en forma de sudor y trabajo. De muchas horas de trabajo, en realidad.

Me refiero a ese momento, ese último momento, que dista mucho del "último momento responsable" del que se habla en Agilidad, en que el Héroe dice:

- Buf, no va a estar. Me he pasado la noche currando y no lo consigo.

Sucediendo esto el día de la entrega, día final del Sprint o último día antes de la cita.

Pobre, pensamos, menuda "matada", qué manera de currar, menudo campeón, cuántas horas, cuánto esfuerzo. Y, de repente, obviamos la realidad, que es el compromiso del equipo no cumplido. Atención, todo sea dicho, entendiendo que hablamos de un entorno maduro donde ha sido el propio equipo el que se ha comprometido a algo, si no es así, el problema es diferente.

El héroe malentendido ha cometido muchos errores. ¿No era obvio, si necesitaba tantísimas horas de trabajo y el momento clave se acercaba, de que dicha tarea peligraba? ¿No tuvo momentos anteriores, al menos una vez al día, de compartir con el equipo el asunto? ¿Qué esperaba que sucediera en la maratoniana sesión de alto esfuerzo y último momento? ¿Dar con la solución y que además fuera buena, luchando completamente solo contra el monstruo?

Pero no es esa la peor parte de la historia. Los que estamos alrededor del héroe malentendido tenemos una responsabilidad máxima en no premiar estos comportamientos. Si fortalecemos un estilo de trabajo como este, nunca conseguiremos que los equipos se sientan uno, que los problemas se traten en grupo, y que la mano se levante lo antes posible cuando aparece el riesgo.

Por eso, al héroe mal entendido, cuando aparece, se le abraza, se le acoge, y se le dice que no lo vuelva a hacer nunca más.


Foto de King Lip