De sistemas, procesos y personas

Este agosto un radar de velocidad me pilló. Estaba por Girona, en una carretera convencional, sólo que restringida a 90km/h (como ahora va a ser la norma) y yo no era muy consciente e iba a 100km/h, como pensaba que podía. No pasa nada, multa merecida.

El proceso en cuestión es que debo de ser notificado, aunque mi obligación sea leer el BOE o equivalente. Y lo fui. En noviembre pasado. Sólo habían pasado tres meses y tanto. Me costó recordar qué estaba haciendo y por qué en aquel entonces. En cualquier caso, merecida.

Así que me dispuse a pagarla, siguiendo las instrucciones del impreso e intentando evitar tener que desplazarme a ningún sitio, por aquello de vivir en el siglo XXI.

Lo primero que me encontré fue que el pago automatizado sólo funciona con una serie de entidades bancarias, donde no está la mía. A partir de ahí, a buscarse la vida (o a desplazarse a una oficina de dichas entidades bancarias). Pero yo no quería moverme, estaba en 2018, por favor.

Encontré el formulario para pagar a la DGT a través de un TPV generalista. Bien, elegiría la multa y pagaría con tarjeta. Error. El formulario del infierno me pedía cantidad de información sobre la multa, incluyendo el número de expediente, que en la carta aparecía con barras y guiones, pero ahí no podían ponerse. Después de pelearme con el formato, supuestamente, la pagué. Tenía un PDF que así lo decía.

A principios de enero recibo otra notificación. "¿Otra multa?", me dije. No podía creerlo, pero como llegan con meses de retraso... Pero no, era un requerimiento de pago de la anterior multa. Estaba alucinando. Saqué todos los papeles y el PDF en cuestión y me puse a mirarlo todo. ¡Pero si había pagado! Hasta que me di cuenta: había una errata en el número de expediente en el pago. La había cagado. O, mejor dicho, el formulario pedía datos en un formato nada amigable y permitía el pago con errores en los datos. Es decir, me habían cobrado nadie sabe bien por qué.

Empecé a leer por Internet, hasta que acabé en la web del Servei Català de Trànsit. Tenia para pagar hasta el día 19 y seguía pensando que podíamos solucionarlo telemáticamente, como en nuestro siglo debería ser, y seguía pensando que yo ya había pagado.

Y en la web del SCT, pudiendo identificarme mediante certificado, estaba mi multa. Pendiente de pago. Para contactar con el SCT, formulario de la Generalitat. Lo rellené, por supuesto, y decidí esperar un par o tres de días.

Pasaron un par o tres de días y la petición aparecía como pendiente. No quería tener que ir físicamente a ningún sitio, a rellenar formularios, hacer colas y esperar en ventanillas. Es altamente ineficiente. Así que investigué más y vi que la DGT era muy activa en Twitter. Y les mandé un tweet. El CM me dijo que le mandara un mensaje privado y, con amabilidad y eficacia, pidiéndome fotos de los documentos (*sigh*), me dijo que, en realidad tenía que haberle pagado directamente al SCT y que, de hecho, lo hiciera, y que luego, mediante Modelo 17, solicitara la devolución a la DGT.

Pagué la multa por segunda vez. Merecidamente.

El modelo 17 de la DGT sirve para reclamar tasas y sanciones que crees haber pagado injustamente por alguna razón. Seguía sin querer ir a ningún sitio en persona, así que descubrí la plataforma de Tramitación Electrónica del Gobierno de España, alias Registro Electrónico de RedSara: https://rec.redsara.es. Ahí podía bajar el modelo 17 en PDF para autocompletar, identificarme con certificado, hacer alegaciones y firmar digitalmente. Por fin había alcanzado 2019.

Dediqué 14 horas a esto. Y no, no es que no sepa rellenar un formulario. Es que la firma electrónica se hace con un applet de Java (que ya no funciona en ningún navegador moderno) y tuve que hacer mil pruebas hasta crear una máquina virtual con una combinación de software antiguo que me lo permitiera. Todo muy seguro.

Durante semanas he ido siguiendo la petición. El registro electrónico de RedSara, cuando funcionaba, me decía que la petición iba saltando de manos. El formulario de la Generalitat, donde contacté con el Servei Català de Trànsit, me decía que ya veía la multa pagada y que hablara con la DGT.

Hoy he recibido una llamada. Mi móvil de 2019 ha reconocido que el número pertenecía a la Jefatura Provincial de Tráfico de Girona, así que lo he cogido al vuelo. Al otro lado del aparato, una señora amabilísima a la que había caído el tema en sus manos. Necesitaba que le volviera a explicar, de palabra, otra vez, toda la historia. Lo he hecho gustoso. Luego ella me ha comentado que el modelo 17 no estaba firmado y que eso podía presentar un problema. Por supuesto, no estaba firmado, porque lo rellené digitalmente y lo firmé con un certificado electrónico. Sin embargo, la señora me ha comentado que lo tramitaría igual, aunque no estaba en sus manos que pasara o no. Si no pasaba, me volvería a llamar, para ver qué podíamos hacer, "ahora que ya sabía que se lo cogía". Me ha dado un poco de pena esto último.

Una hora y tanto después la amable señora no me ha llamado. Entiendo que todo va bien, o quizá me llame en unas semanas, para decirme que hay algún problema. Quién sabe si en 2019 tendré que desplazarme físicamente a Girona a firmar un papel.

Por pagar una multa. Tres meses después. Al cometer un error en un formulario horrendo. Por pagarla dos veces. Por tener un ordenador moderno y seguro, que no permite usar los canales oficiales telemáticos de un Gobierno. Por firmar digitalmente y no físicamente. En general, por intentar hacer algo más eficiente, fácil y automático, en el siglo XXI.

En positivo, por darle la vuelta a la historia, después de este calvario de procesos y sistemas, ha sido una persona, en contacto directo entre "cliente" y "equipo", la que ha podido darme solución al asunto. Sólo han pasado 5 meses y medio del hecho.

Ya os contaré si me abonan lo que he pagado doble.